Érase una vez un bosquecillo mágico y alejado de la mano de
Dios donde vivía una familia de ranas verrugosas. La mamá rana verrugosa tuvo
un bebé rana verrugosa, que al darle la comadrona una cachetada reversada en la
nalga izquierda al nacer, comenzó a llorar.
La pobre bebé rana verrugosa lloraba y lloraba, y su llanto
persistía con los años. Un buen día, cansada de que todos se pararan a
preguntarle por qué lloraba, decidió buscar una cura para su llanto congénito.
Intentó ir a la biblioteca en busca de algún libro en el que pudiera encontrar
su remedio, pero las bibliotecas son silenciosas y ella era una rana verrugosa
llorona, así que la echaron.
En el bosque corría el rumor de que había un mago que era
capaz de curar todos los males. La rana verrugosa llorona pensó que era su
única salvación, de modo que se dispuso a encontrar al mago de la mejor forma
posible… preguntando.
Caminó hacia el norte, ya que el norte es el primer lugar al
que debes ir cuando no sabes adónde ir. Entre unas zarzas, escuchó unos gruñidos.
La rana verrugosa llorona no era nada cobarde y quiso ver qué ocurría ahí.
-¿Quién anda ahí? –preguntó.
Un ogro sin camiseta salió de las zarzas maldiciendo y
gritando con rabia.
-¡¿Es que ya no se puede cagar tranquilo en este bosque?!
-Lo siento, no pretendía interrumpir.
El ogro sin camiseta hurgó su dedaco en el ombligo, se sacó
una mandonguilla y se la comió.
-Pero dime, rana verrugosa… ¿por qué lloras? ¿Es que te ha
llegado la olor de mi defecación?
La rana verrugosa llorona ya estaba harta de que todo el
mundo le preguntara lo mismo. No le pasaba nada, simplemente estaba triste y no
sabía por qué. Ella había nacido así.
-No me ocurre nada, llorando nací y llorando me quedé. Me
han dicho que hay un mago en este bosque que cura todos los males y lo busco
para que haga que cese mi llanto.
-He oído hablar de él, aunque yo no sé dónde vive. Pero sí
que conozco a alguien que te podría ayudar. Ve todo recto hasta que te
encuentres con un roble caído de tronco azul. En un agujero formado por la
carcoma vive un unicornio rosa, él te mostrará el camino.
-¡Muchas gracias, ogro mandonguillero!
La rana verrugosa llorona siguió dando brincos en dirección
al roble caído de tronco azul donde habitaba el unicornio rosa. Llegó y se
asomó al hueco.
-¿Hola?
-¿Quién osa a interrumpir mi sueño? ¡Ah! ¡Una rana
verrugosa! ¡¡Y además llora!! ¿Por qué lloras, criatura? ¿Es que acaso te
molestaron mis descomunales ronquidos?
Y ahí estaba de nuevo la misma pregunta de siempre.
-No me ocurre nada, llorando nací y llorando me quedé. El
ogro mandonguillero me dijo que tú podrías ayudarme a encontrar al mago que
cura todos los males para que haga que cese mi llanto.
-¿Eso te dijo el ogro mandonguillero? ¡Vaya guarro, ya podía
habértelo dicho él!
-Dijo que no sabía donde vivía el mago.
-Claro que lo sabe, le reparte el periódico todas las
mañanas. Lo que pasa es que es un vago de mierda y quería quedarse solo para
poder comerse sus mandonguillas sin que nadie lo viera. Por eso le huele tanto
el aliento.
-…Entonces, ¿dónde vive el mago?
-Pues mira, coges la M-30 y te desvías a la derecha hasta
que encuentres una caseta de montaña pintada de rojo. Sabrás cual es porque es
la única que hay en kilómetros a la redonda y porque tiene un cartel de neón
que dice “THE MAGO IS IN DA HOUSE”.
-Muy bien, ¡muchas gracias unicornio rosa!
Y la rana verrugosa llorona fue dando brincos hasta que
llegó a la caseta de montaña roja donde vivía el mago. Tocó a la puerta y le
abrió un hombrecillo verde de sonrisa malévola.
-¡Jajajajajaja! ¡¿Pero por qué lloras?!
-Vengo para que me ayudes, ya que llorando nací y llorando
me quedé. No puedo parar de llorar y me han dicho que tú curas todos los males.
Estoy harta de oír siempre mi llanto, ¡quiero oír risas a partir de ahora!
El mago verde con aspecto de duende lo miró pensativo. Se
quedó embobado mirando a un gusano que pasaba por delante de un saco de
patatas. Lo señaló y comenzó a reir. Una llamarada de fuego comenzó a salir de
su dedo índice, alcanzó al gusano e hizo que este comenzara a reírse mientras
perseguía a la rana verrugosa llorona.
-¿No querías oír risas? ¡Pues toma risas! ¡Jajajajajajaja!
–dijo antes de cerrarles la puerta en las narices.
La rana verrugosa llorona se disponía a llamar a la puerta
de nuevo cuando le llegó un leve olor a chuscarrao. Se giró y vio cómo se
incendiaba todo tras ella, así que comenzó a brincar para huir de allí al
tiempo que lloraba y el gusano se reía de ella porque estaba triste.
0 Responses "¿Por qué lloran las ranas?"
Publicar un comentario